Crónica verde

Simplemente tienes que imaginar como es verlo todo desde allá arriba, creerías que todo te parece hermoso aunque solo nuestro séptimo sentido se este encargando de tergiversalo para que la situación no nos paresca amarga o agridulce. Todo debe ser color de rosas para tu cerebro, tus ojos, tus oídos, tus manos, tu lengua.
Nos sentimos como en las nubes, navegamos lentamente por el cielo, flotando como globos en brisa vespertina, esto trae una sensación magníficamente agradable y ver la belleza de las cosas te hace sentir entre pequeño y vivo.
Tienes ganas de pensar, es algo medio lento, pero efectivo. Quieres analizar hasta la etiqueta del deprorable vino que está sobre la mesa que honestamente es lo peor, la cosa más amarga, sin gusto y delicadeza, pero hay algo en la etiqueta blanca que te desespera, hace que veas más allá del blanco y las letras negras, querrás detenerte a imaginar en la esencia del papel y la del pegamento. Inventarás otra gama de colores sobresalientes que quizás, nunca se encontraron como sus matices. Te encargarás de pensar cuantos estarán viviendo esa misma situación, cuantos estarán investigando (con la fantasía) la etiqueta de aquel licor barato, y que si por un momento paras a pensar, es completamente absurdo, pero cosas absurdas pasan las veinticuatro horas del día y te anima pensar en lo insensato de tu monologo comentario.
Para serte franca, esa situación podría aburrir bastante, incluso más que estar analizando detalladamente la forma de la botella y lo bien que encaja el liquido en su forma (¿seudo?) cónica y la forma suave en que se mueve. Pero me gusta observar cosas estúpidas, pensar en lo incongruente y aprovechar mi manía que solo se presenta por un par de horas y sólo algunos días de semana.